I
Se acerca el final y lo sabemos,
pero eso no nos asusta.
Es el color, o su ausencia,
lo que nos envilece el alma,
Volver al blancoynegro,
olvidar que nos bañó el sol.
Soy testigo del hambre y
la desdicha de estar saciado.
¿Cómo no avergonzarse del Ser?
II
Les veo como les viste,
sentados en los bancos de la Iglesia,
aplacando sus instintos,
fingiendo no estar vivos.
Bajo la ropa, el sudor, el cuerpo.
Bajo la piel, el asco, el miedo.
A la derecha, un hombre trajeado
lleva un niño muerto en brazos.
A la izquierda, una pareja se jacta
de una chica que sangra.
III
Y en los bancos de la Iglesia,
negando ser humanos — animales,
con los ojos cerrados y osando
creer mirar a Cristo,
los gansos rezan a un dios que no conocen.