domingo, 30 de noviembre de 2014

19:27

Baila conmigo esta canción,
Porque siento que es la última.

Prometo no dejar nada que hable de mí.

Los lugares donde nos encontramos
Olvidarán que un día estuvimos allí.

Los metros pasarán de largo,
La música seguirá sonando,
Los taxistas verán besarse a otros.

Tal vez una canción hable de los dos
Cuando no seamos más que palabras.

 ¿Te acuerdas de...? Se llamaba... 
Pero no era de aquí... 


miércoles, 26 de noviembre de 2014

Hoy la lluvia duele en Charleville

Hoy la lluvia duele en Charleville.

Si quiero ser Rimbaud, he de dejar la pistola,
observar la tempestad fingiendo calma,
llamar a la puerta de Verlaine sin hacer ruido.

Si quiero ser Rimbaud, voy tarde.
Me acerco a él como se acerca la muerte a un niño.
Busco paz y encuentro guerra.

Si quiero ser Rimbaud, me siento a su vera
y le escucho llorar sin poder consolarle.
Hoy, la lluvia duele en Charleville.

Atraviesa las ropas y la verdad.
Se filtra en los pulmones.
Respiro agua y miro la estación.

Hoy lloro tus palabras como se llora
en los cementerios a los que nadie acude.
Silencio y realidad son uno.

Si quiero ser Rimbaud, he de ser libre.
Dejo atrás todo y empiezo a correr por un bosque de nubes.
Digo que no a los abetos, a los pájaros, a Dios.

Si quiero ser Rimbaud, es ahora o nunca.
Rendirme al verso es conjurar la alquimia.
Asumir esta verdad es condenarme.

No puedo ya elegir si he de quedarme.

sábado, 15 de noviembre de 2014

14

Hay alguien más allá de la escalera, bajo el puente, tras la valla,
Paseando por Gran Vía aunque es muy tarde, perdido en algún bar,
Llorando a mares.

Hay alguien más allá de la escalera, por tu puerta, en tu ventana,
Buscando otras salidas, odiando los ascensores que no cierran,
Sabiendo que ya no.

Hay alguien más allá de la escalera, que siempre me pregunta que
Por qué.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

                             I

El mundo gira hacia atrás y yo me descoloco.

No entiendo muy bien lo que dices, pero
supongo que intentas no morderme los pies.

                            II

Estos engranajes no marcan ya las siete y media.

Te busco en ningún lado y apareces,
me muero por tu sombra y ya no estás.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Over the hills...

Ante el final del andén, me bajo la cremallera.
Desde el sombrero al talón.
Aquiles, hoy nos despedimos.

"Siento haberte hecho daño,"
"Ya sabes que te quiero,"
"Todo esto es por ti."

Miro tus ojos, tal vez ya míos,
reflejándose en sí mismos
como una espiral enloquecida.

David, por favor, perdóname.
Yo quiero salvarnos a los dos,
pero siento que te dejo consumirte.

Sonríes y las agujas estallan.
No es cierto lo que dicen,
a veces sí es demasiado tarde.

Una lágrima suicida es nuestro adiós.
Me deshago del disfraz, de la
máscara, de ti; y, por extraño que parezca,
me duelen más los huesos que tu espalda.

El agua brota de mi cáscara vacía y
lloro tanto que vuelven a confundirme con Alicia.
Tranqulo, ya sé que no vendrá nadie a por mí.

Pero es que no lo necesito.

Abrazo mi antifaz, que ha sido mi
condena, mi blasfemia, mi fe,
y me siento menos sola que nunca.

No hay aplausos ni luces ni público ni flores.
El escenario ha desaparecido.
Ahora sí, la función ha terminado.