lunes, 3 de noviembre de 2014

Over the hills...

Ante el final del andén, me bajo la cremallera.
Desde el sombrero al talón.
Aquiles, hoy nos despedimos.

"Siento haberte hecho daño,"
"Ya sabes que te quiero,"
"Todo esto es por ti."

Miro tus ojos, tal vez ya míos,
reflejándose en sí mismos
como una espiral enloquecida.

David, por favor, perdóname.
Yo quiero salvarnos a los dos,
pero siento que te dejo consumirte.

Sonríes y las agujas estallan.
No es cierto lo que dicen,
a veces sí es demasiado tarde.

Una lágrima suicida es nuestro adiós.
Me deshago del disfraz, de la
máscara, de ti; y, por extraño que parezca,
me duelen más los huesos que tu espalda.

El agua brota de mi cáscara vacía y
lloro tanto que vuelven a confundirme con Alicia.
Tranqulo, ya sé que no vendrá nadie a por mí.

Pero es que no lo necesito.

Abrazo mi antifaz, que ha sido mi
condena, mi blasfemia, mi fe,
y me siento menos sola que nunca.

No hay aplausos ni luces ni público ni flores.
El escenario ha desaparecido.
Ahora sí, la función ha terminado.










No hay comentarios:

Publicar un comentario

Desahógate conmigo