viernes, 8 de agosto de 2014

No quiero seguir siendo Holden

Hemos olvidado a qué sabe la Muerte,
ya no escribimos cartas a la Libertad.
La vida es un libro que sólo ojeamos.

Enfermamos, sí, de ignorancia.
De vacío, de este sinsentido
que me está robando los cojines del sofá.

¡He visto la Verdad y la detesto!

Malditos los poetas.

Contagiada, me devora el parásito
de su angustia —ojalá  las entrañas.

Que me libren de este mal,
quiero vivir sin buscar motivos.

Es esta indiferencia abominable,
el adormecimiento de los que amo.

¿Quién? ¿Quién nos ha robado la Esencia?

¿Qué somos ahora, si no sacos de trigo
que perecen con el frío?

Escribir ya no calma al monstruo
que insiste en hurgar dentro de mi cabeza.


5 comentarios:

  1. “No se trataba de personas, sino de tractores con apariencia humana”

    Es lo que ocurre cuando se deja la puerta de casa abierta a la Alegría. La soga que ata a los sacos también sonríe, pero no hay de qué preocuparse, alguien será lo bastante inteligente como para extraerles el valor, la esencia. Y tú conoces su nombre.


    No podremos escribir ni una línea más a la Libertad, porque mientras estemos en esta cárcel sin muros, jamás sabremos a dónde debemos enviarla.

    Pero nada de eso importa mientras no abras los ojos.

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    Respuestas
    1. ¿Cómo distinguir entre la pecera y el océano? ¿Entre la sirena y el pez? Te dirán que no hay nada más allá de los muros que nos mantienen a salvo, en el nido.

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    2. El problema es que ya no quedan muros. Puedes intentar escapar a otro lugar, pero no existe más lugar que este. No hay pecera, solo océano. No hay sirenas, solo barcos de pesca.

      Así que no distingas, crea.

      P.D.:Este ni siquiera es un nido donde sentirse a salvo, aquí no conservarás tu sangre en las venas.

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    3. No veo más que paredes en los rincones de mi alma.
      Si eso no son muros, si a lo que llamamos libertad fuera cierto, el mundo no sería más que una burbuja a punto de estallar.

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    4. La burbuja ya estalló. Por otro lado, esa libertad solo es un cuento de hadas para leérselo a los niños antes de dormir. Créeme, he buscado los muros, para poder saltarlos, pero ya no los hay.

      Además, no hacen falta paredes para estar encarcelados. Para ser prisionero, lo único que se necesitan son cadenas. A lo mejor es eso lo que
      invade nuestras almas.

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