jueves, 2 de enero de 2014

Un tren del que bajarse en marcha

Como para Verlaine y Rimbaud,

el tiempo no es más que otro obstáculo,
un tren del que bajarse en marcha.

La muerte no se acuerda de nosotros. 

París lloviendo, Londres en pijama,
Roche encerrada en su cuarto.

El bulevar oculta nuestra suerte,
las fronteras no son más que palabras.

Vivir, sólo puede conjugarse en presente.

Nos prometemos que será la última vez
que nos hacemos sangre en los labios.

Y aquí y allá, más allá del verano
y los inviernos que tú provocas,

me arrancaré la piel, Rimbaud,
te lo prometo,
si vuelves a mirarme con los ojos
manchados de pavesas.

Si supiéramos enterrarnos
aún estaríamos vivos.

El sol se asoma a ver si aún respiramos.

No me pidas que te olvide
para llamarme rogando vuelva
al día siguiente,
| intervalo |
que aún me amas,
| intervalo |
que aún me odias suficiente
para decir que no sin darte cuenta,

sin ver que ya estoy otra vez
buscando un tren del que bajarme
en marcha.

1 comentario:

  1. Quizás la muerte simplemente lleva toda la vida esperándote bajo el tren, paciente, hasta que bajes en la última estación. Pero tú no te acuerdas de la muerte.

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