Tus
palabras, tan vacías como yo,
No saben
pedir perdón ni arrepentirse.
28s de
diciembre en tu tintero,
Sonajeros de
una risa que no existe.
No me
quieres por entero y por eso me destrozas.
Cansada de
tijeras y termómetros,
De tos y de
dolor y de esperarte.
Aún sueño
con tus dientes en mi sombra.
He aquí mi puñado de palabras al pie de cada poema, cansadas de no existir. A ellas les basta la sombra para soñar, donde esperar es un juego de niños.
ResponderEliminarAunque es mejor esperar aquí.
¿Por qué es esperar un juego de niños? Es más bien la estación de un tren que nunca llega. ¿Aquí entre versos? ¿Qué esperas entre líneas? Es más fácil perderse en las palabras que en las personas.
ResponderEliminarNo, esperar no es un juego, pero en la penumbra todo se ve de otra manera, es el dolor dulce del que te hablé.
ResponderEliminarPor cierto, si estoy aquí, entre (tus) palabras, es porque he venido a perderme y nunca regresar. Con estas palabras, al contrario que con las personas, se pueden construir universos enteros, así que, ¿por qué no esperar entre ilusiones?
P.D.: Mi tren ya ha pasado de largo varias veces, y no continúo en la estación confiando en que se vaya a detener, sino con la decisión de saltar a las vías la próxima vez que llegue.
Espero que no te importe la extensión.