Era fácil
llorar
Si
hablábamos de caerse de su ombligo.
Era mejor
tropezar
Que rodar escaleras arriba
En busca de
un trapecio incandescente.
Siempre se
quedaba dormida
Entre las
páginas de sus libros.
Las palabras
la arropaban en silencio.
El delta de
sus sueños
Tenía un
radio incomprensible.
Qué no
habría dado yo por ser
Pájaro y
volar lejos contigo.
Y olvidar
las ataduras y los trenes.
Y el tráfico
y el ruido y las distancias.
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