domingo, 19 de mayo de 2013

Qué más da, si para mí el cielo es siempre gris.

También en París hay corazones rotos.
Y labios que no besan,
y pájaros huyendo.

Yo sigo queriendo ser un pájaro,
de esos que vuelan tan lejos
que se vuelven diminutas motas negras
en el infinito de buscarte, hasta desaparecer.

¿Y dónde estás?

Me pierde el azul de tus palabras.
Ya no tengo voz y estoy gritando.
Me preguntarás qué ha sido 
de mis ojos y mis labios.

Dime, ¿me querrás?

Tan sólo se trataba de encontrarte.
Pude ser libre y elegí tu jaula.
¿Es suficiente?
Me apagaré en silencio si pulsas
el interruptor que nunca pulsas.

Amor, no me debes nada.

Déjame morir cuando te vea.
La pesadez del vuelo.
Semáforos ardiendo.
Miedos congelados.
Tu amor se me derrite.

Arena entre mis barrotes.

Si no puedo ser pájaro seré libro,
Para releerte cada día.
Dejadme llorar si no fui nada.
Si ya no me recuerdas ni me odias.
Si, en lugar de encontrarte, 
no sé dónde estoy.

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